Inspirada por fotógrafos como Edward Weston, Tina Modotti, Henri Cartier Bresson entre otros, emprendió una carrera independiente que duró aproximadamente 50 años. Fotografió una amplia variedad de temas, tomando imágenes documentales de la vida cotidiana en pueblos de México y las calles de las ciudades, retratos de grandes líderes, de escultura prehispánica y arquitectura, entre muchos otros. Empezó a trabajar con el fotomontaje, fotomural y fotograma desde 1935. Realizó series de fotografías con imágenes captadas entre 1944 y 1946; los retratos de Lola Álvarez Bravo reflejan — el dolor emocional y físico de Kahlo — durante el periodo en el que había sufrido repetidas cirugías.